Elegí lo que quieras leer y te lo llevamos a tu casa

Un hombre y una mujer se reencuentran después de varios años y tienen sexo mientras el marido de ella está de viaje; ¿qué les pasó cuando eran “chicos”? Un hijo visita a su padre, con quien está distanciado, para decirle que se casará; ¿por qué les cuesta mirarse a los ojos y charlar normalmente? En París, dos amigas íntimas se cruzan —no tan de casualidad— en el hotel donde una de ellas trabaja, mientras la otra pasa la luna de miel. Una joven deja el departamento que compartió con su pareja: ¿qué harán con ese sillón de chenille? A la hora de la siesta, dos niños compiten para ver quién gana la carrera del barranco con sus bicicletas. ¿Por qué esos amigos fuerzan las reuniones, aunque ya no tengan tanto en común? Todas las fiestas pasadas entre familias y matrimonios quebrados. Las amigas que esconden más de lo que parece. ¿De dónde vienen?, ¿qué nos insinúan con sus silencios?

Los viejos lugares de antes, primer libro de cuentos de Leonardo Pirolo, es una obra tan profunda como personal. Estas doce historias de corte realistas, narradas con una prosa pulida, muestran personajes marcados por la erosión del tiempo, esa gota filosa que horada hasta la piedra. Su realismo cinematográfico se combina con una sintaxis que personifica verbos, “descuajeringa” cuerpos y “descuartiza” luces. Economía de lenguaje y metáfora: el metrónomo de un estilo único.

Cada historia se proyecta en imágenes, uno de los lemas de la prosa estadounidense contemporánea. Eso amplía la ansiedad de lectura por descubrir qué esconden esos personajes y cuáles son los sentidos de los objetos, los gestos y las palabras. Allí, en los diálogos, las voces locales —bien argentinas— confirman que es posible un minimalismo porteño o del conurbano bonaerense, con personajes que habitan nuestras plazas, toman nuestros colectivos y cruzan las vías de nuestros trenes. Para escapar y para volver, siempre algo rotos, distintos —aunque no tanto—, a los viejos lugares de antes.

Pablo Ali

 

Los viejos lugares de antes - Leonardo Pirolo

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Un hombre y una mujer se reencuentran después de varios años y tienen sexo mientras el marido de ella está de viaje; ¿qué les pasó cuando eran “chicos”? Un hijo visita a su padre, con quien está distanciado, para decirle que se casará; ¿por qué les cuesta mirarse a los ojos y charlar normalmente? En París, dos amigas íntimas se cruzan —no tan de casualidad— en el hotel donde una de ellas trabaja, mientras la otra pasa la luna de miel. Una joven deja el departamento que compartió con su pareja: ¿qué harán con ese sillón de chenille? A la hora de la siesta, dos niños compiten para ver quién gana la carrera del barranco con sus bicicletas. ¿Por qué esos amigos fuerzan las reuniones, aunque ya no tengan tanto en común? Todas las fiestas pasadas entre familias y matrimonios quebrados. Las amigas que esconden más de lo que parece. ¿De dónde vienen?, ¿qué nos insinúan con sus silencios?

Los viejos lugares de antes, primer libro de cuentos de Leonardo Pirolo, es una obra tan profunda como personal. Estas doce historias de corte realistas, narradas con una prosa pulida, muestran personajes marcados por la erosión del tiempo, esa gota filosa que horada hasta la piedra. Su realismo cinematográfico se combina con una sintaxis que personifica verbos, “descuajeringa” cuerpos y “descuartiza” luces. Economía de lenguaje y metáfora: el metrónomo de un estilo único.

Cada historia se proyecta en imágenes, uno de los lemas de la prosa estadounidense contemporánea. Eso amplía la ansiedad de lectura por descubrir qué esconden esos personajes y cuáles son los sentidos de los objetos, los gestos y las palabras. Allí, en los diálogos, las voces locales —bien argentinas— confirman que es posible un minimalismo porteño o del conurbano bonaerense, con personajes que habitan nuestras plazas, toman nuestros colectivos y cruzan las vías de nuestros trenes. Para escapar y para volver, siempre algo rotos, distintos —aunque no tanto—, a los viejos lugares de antes.

Pablo Ali