Elegí lo que quieras leer y te lo llevamos a tu casa

Te invito a que leas conmigo:

“No es el peso de su cuerpo lo que sigo sintiendo, son las hendiduras entre sus costillas las que no se despegan de mis dedos”.

“Éramos los elegidos para desentrañar los misterios que se ocultaban entre los árboles”.

“Mientras tanto voy     a seguir buscándote, ahí, en el borde de mis ojos, donde la vista no puede llegar”.

Vas a encontrar muchas joyas poéticas, como estas, en los cuentos eclécticos (y muy intensos) de Tomás Mirra.

Junto a León Tolstói, aprendimos que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Con Tomás Mirra, comprobamos que cada protagonista o testigo vive sus desdichas a su modo. Y así las cuentan.

El tiempo despliega una danza, por momentos vertiginosa, con el reloj: nos permite conocer (y también preguntarnos) por aquello que pasó y por lo que pasará. Armamos la trama junto a quienes nos hablan con la ventaja de ser “testigos protegidos”: sentimos y vivimos de todo, pero sin participar y sin ser vistos.

En estas historias cotidianas se entrelazan las pesadillas, las paradojas, la hipocresía, el temor, el amor, la muerte… Funestas, sí, aunque exentas de golpes bajos. Al contrario, son bocanadas de aire fresco que, felizmente, nos ofrece la buena literatura.

María Felicitas Piccini Ilarregui

Lo funesto - Tomás Mirra

$12.702,00
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“Mientras tanto voy     a seguir buscándote, ahí, en el borde de mis ojos, donde la vista no puede llegar”.

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Junto a León Tolstói, aprendimos que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Con Tomás Mirra, comprobamos que cada protagonista o testigo vive sus desdichas a su modo. Y así las cuentan.

El tiempo despliega una danza, por momentos vertiginosa, con el reloj: nos permite conocer (y también preguntarnos) por aquello que pasó y por lo que pasará. Armamos la trama junto a quienes nos hablan con la ventaja de ser “testigos protegidos”: sentimos y vivimos de todo, pero sin participar y sin ser vistos.

En estas historias cotidianas se entrelazan las pesadillas, las paradojas, la hipocresía, el temor, el amor, la muerte… Funestas, sí, aunque exentas de golpes bajos. Al contrario, son bocanadas de aire fresco que, felizmente, nos ofrece la buena literatura.

María Felicitas Piccini Ilarregui