Elegí lo que quieras leer y te lo llevamos a tu casa

Andrea Papini es una poeta con una voz propia y este poemario tiene la potencia de aquello que nace después de una larga espera, la potencia del deseo que estuvo gestándose por mucho tiempo antes de darse a conocer. La espera, en poesía, es todo. O casi. Gracias a ese trabajo los lectores se van a encontrar con un cuerpo elaborado.

Elaborado a partir de distintas voces, pero con un eje: el del inventario. Cuando pienso en inventarios el primer texto que se me aparece es El libro de la almohada de Sei Shonagon, que tiene algo de ese armado de listas de cosas. Cosas bellas y cosas espantosas, cosas que duelen y cosas que acarician.

En este mundo inventariado de Andrea Papini pueden convivir imágenes que nunca vimos juntas: hortensias y estrellas, por ejemplo. Es lo que agradezco siempre a un poema, que me permita ver cosas imposibles de ver. Así, la poesía se transforma en un ojo animal, suprahumano, que nos acerca imágenes desmesuradas o imposibles.

En el viaje de la lectura que nos propone el poemario hay paisajes urbanos y animales. Toda la obra es una jauría sin centro, como lo expresa uno de los poemas. No porque no encuentre un centro sino porque escapa de él. Porque prefiere que en el centro anide el vacío.

 

Cynthia Matayoshi

Leé las primeras páginas

La playa rígida - Andrea Papini

$9.855,00
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Andrea Papini es una poeta con una voz propia y este poemario tiene la potencia de aquello que nace después de una larga espera, la potencia del deseo que estuvo gestándose por mucho tiempo antes de darse a conocer. La espera, en poesía, es todo. O casi. Gracias a ese trabajo los lectores se van a encontrar con un cuerpo elaborado.

Elaborado a partir de distintas voces, pero con un eje: el del inventario. Cuando pienso en inventarios el primer texto que se me aparece es El libro de la almohada de Sei Shonagon, que tiene algo de ese armado de listas de cosas. Cosas bellas y cosas espantosas, cosas que duelen y cosas que acarician.

En este mundo inventariado de Andrea Papini pueden convivir imágenes que nunca vimos juntas: hortensias y estrellas, por ejemplo. Es lo que agradezco siempre a un poema, que me permita ver cosas imposibles de ver. Así, la poesía se transforma en un ojo animal, suprahumano, que nos acerca imágenes desmesuradas o imposibles.

En el viaje de la lectura que nos propone el poemario hay paisajes urbanos y animales. Toda la obra es una jauría sin centro, como lo expresa uno de los poemas. No porque no encuentre un centro sino porque escapa de él. Porque prefiere que en el centro anide el vacío.

 

Cynthia Matayoshi

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