Elegí lo que quieras leer y te lo llevamos a tu casa

Hay un momento en el que Almendra, la protagonista de La falta que parte, empieza a mirar con los ojos limpios, como si se hubiera sacado de encima todo ese cansancio borroso del cotidiano de los días. La pareja, lxs hijxs, la madre, todo ese ruido conocido que suena siempre igual. Almendra mira otra vez, mira de nuevo, e imagina que eso que ve, este instante, este presente, podría ser una foto intervenida, un collage pintado por ella.  Y ese retorno es su propio deseo, y ese deseo tiene la fuerza de un imán. 

Daiana Pierini escribe con dulzura pero también con rabia. Hay una urgencia en las palabras que avanzan y nos llevan a trote. Es ese apremio por volver a encontrar la vocación y abrazarla con fuerza, para siempre. 

Camila Fabbri

 

Estar partida, querer partir, estar en falta, que falten: espacio, tiempo, dicha.

La narradora y protagonista de esta novela, Almendra, la de nombre raro, nos lleva en el lomo de su tono pensante: ácido, ferozmente desencantado. Madre de dos hijxs pequeñxs, artista visual entre paréntesis, aburrida de su pareja y en una relación rota con su madre, Almendra habita un hogar típico que ha elegido y al mismo tiempo odia. Todo la empoza, la hace rechinar. 

Pero una genealogía familiar no es solo una cárcel; es también un entramado vital de posibilidades. La reconexión con las fotografías que sacaba su abuelo, el descubrimiento de un nuevo vínculo con su madre, el regreso de una amistad eléctrica del pasado, precipitan un movimiento. ¿Hacia el quiebre?, ¿la reconciliación?, ¿el impulso creativo? El deseo. Sin dudas, la narradora se va acercando a un espacio más encantado, más propio, donde la falta no se arregla pero puede ser intervenida; donde la finitud no es tristeza, es suave resplandor.

En serie con otras novelas contemporáneas, la primera novela de Daiana Pierini se suma a la exploración crítica de la maternidad y los vínculos familiares, sin dejar de lado la ternura y el humor. La falta que parte abre el espectro de sentimientos para que resplandezca aquello que nos hace humanxs: las contradicciones, la incertidumbre, la fragilidad. 

Natalia Leiderman

La falta que parte - Daiana Pierini

$12.702,00
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Hay un momento en el que Almendra, la protagonista de La falta que parte, empieza a mirar con los ojos limpios, como si se hubiera sacado de encima todo ese cansancio borroso del cotidiano de los días. La pareja, lxs hijxs, la madre, todo ese ruido conocido que suena siempre igual. Almendra mira otra vez, mira de nuevo, e imagina que eso que ve, este instante, este presente, podría ser una foto intervenida, un collage pintado por ella.  Y ese retorno es su propio deseo, y ese deseo tiene la fuerza de un imán. 

Daiana Pierini escribe con dulzura pero también con rabia. Hay una urgencia en las palabras que avanzan y nos llevan a trote. Es ese apremio por volver a encontrar la vocación y abrazarla con fuerza, para siempre. 

Camila Fabbri

 

Estar partida, querer partir, estar en falta, que falten: espacio, tiempo, dicha.

La narradora y protagonista de esta novela, Almendra, la de nombre raro, nos lleva en el lomo de su tono pensante: ácido, ferozmente desencantado. Madre de dos hijxs pequeñxs, artista visual entre paréntesis, aburrida de su pareja y en una relación rota con su madre, Almendra habita un hogar típico que ha elegido y al mismo tiempo odia. Todo la empoza, la hace rechinar. 

Pero una genealogía familiar no es solo una cárcel; es también un entramado vital de posibilidades. La reconexión con las fotografías que sacaba su abuelo, el descubrimiento de un nuevo vínculo con su madre, el regreso de una amistad eléctrica del pasado, precipitan un movimiento. ¿Hacia el quiebre?, ¿la reconciliación?, ¿el impulso creativo? El deseo. Sin dudas, la narradora se va acercando a un espacio más encantado, más propio, donde la falta no se arregla pero puede ser intervenida; donde la finitud no es tristeza, es suave resplandor.

En serie con otras novelas contemporáneas, la primera novela de Daiana Pierini se suma a la exploración crítica de la maternidad y los vínculos familiares, sin dejar de lado la ternura y el humor. La falta que parte abre el espectro de sentimientos para que resplandezca aquello que nos hace humanxs: las contradicciones, la incertidumbre, la fragilidad. 

Natalia Leiderman