Elegí lo que quieras leer y te lo llevamos a tu casa

Los poemas de Gonzalo Gallo, ciertamente, nos abrazan. Son un reflejo de nuestra propia penumbra. Tanto los versos como las frases, se despliegan a través de una cadencia que los va transformando casi en un dibujo que en la dulce niebla del sentir. 
Como lo hiciera Vignoli (de cuya cita se desprende el nombre del poemario) nos invita a detenernos a percibir esa luz ígnea, el silencio rosado y expectante, que sucede mientras el poema se enciende delante de nuestros ojos, y queda impactando en el cuerpo, como estelas de sentido.
Gallo nos recuerda que, así como cualquier lugar puede ser el jazmín, de cualquier acontecimiento, por mínimo e insignificante que parezca, puede germinar poema.
Lo hace, es cierto, con contundencia, pero también con suavidad y templanza, como quien mece a una criatura para que se quede dormida. O como se huele un jazmín. Sin euforia ni estridencias. Sin el sonido de trompetas ni redobles Como quien nos susurra al oído un secreto, en medio del barullo. Como quien quiere sacarnos conversación para romper con la inercia discursiva.
¿No es acaso la poesía toda, una gran conversación?
Este libro surge (nada más y nada menos) en tiempos donde avanzan los discursos de la crueldad y el individualismo feroz, donde los monstruos han encontrado cobijo en el palacio.
Gallo, lejos de ocultarlo, dialoga con la época, propone sin eufemismos, resistir en la trinchera de la palabra, y también, la de la calle. Correrse de lo cómodo, sacudir las propias certezas, ir hacia lo distinto, para poder construir en lo diverso una estrategia de defensa común. Enfrentar esta áspera realidad, con la suavidad de la poesía, con el abrazo del lenguaje.

Nina Ferrari

Cualquier lugar puede ser el jazmín - Gonzalo Gallo Campos

$13.000,00
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Los poemas de Gonzalo Gallo, ciertamente, nos abrazan. Son un reflejo de nuestra propia penumbra. Tanto los versos como las frases, se despliegan a través de una cadencia que los va transformando casi en un dibujo que en la dulce niebla del sentir. 
Como lo hiciera Vignoli (de cuya cita se desprende el nombre del poemario) nos invita a detenernos a percibir esa luz ígnea, el silencio rosado y expectante, que sucede mientras el poema se enciende delante de nuestros ojos, y queda impactando en el cuerpo, como estelas de sentido.
Gallo nos recuerda que, así como cualquier lugar puede ser el jazmín, de cualquier acontecimiento, por mínimo e insignificante que parezca, puede germinar poema.
Lo hace, es cierto, con contundencia, pero también con suavidad y templanza, como quien mece a una criatura para que se quede dormida. O como se huele un jazmín. Sin euforia ni estridencias. Sin el sonido de trompetas ni redobles Como quien nos susurra al oído un secreto, en medio del barullo. Como quien quiere sacarnos conversación para romper con la inercia discursiva.
¿No es acaso la poesía toda, una gran conversación?
Este libro surge (nada más y nada menos) en tiempos donde avanzan los discursos de la crueldad y el individualismo feroz, donde los monstruos han encontrado cobijo en el palacio.
Gallo, lejos de ocultarlo, dialoga con la época, propone sin eufemismos, resistir en la trinchera de la palabra, y también, la de la calle. Correrse de lo cómodo, sacudir las propias certezas, ir hacia lo distinto, para poder construir en lo diverso una estrategia de defensa común. Enfrentar esta áspera realidad, con la suavidad de la poesía, con el abrazo del lenguaje.

Nina Ferrari